Bogotá: Lluvia, soledad y fútbol.

Son las 2 de la tarde del 10 de octubre de 2017 en el sur-occidente de Bogotá. En su localidad séptima, Bosa, el sol cae fuerte en los hombros y cabezas de las personas que se encuentran en la calle. Al final de la avenida Tintal, a la entrada del barrio Las Margaritas, 4 niños juegan a las cogidas, dos de ellos llevan la camiseta oficial de la Selección de fútbol de Colombia, unos metros más adelante se encuentra un operario de ETB con la camiseta de igual forma. 

Las tiendas sobre la avenida, cerca de la parada del alimentador 9-2, Metrovivienda, tienen las emisoras Tropicana y Candela a un gran volumen. Estas, anuncian que hay partido a las 6:30 p.m., hora de Colombia. Mientras el alimentador llega, pasan dos taxistas, ambos con la camiseta y la emisora prendida en alguna de las dos emisoras mencionadas.

Una prestadora de servicios de cable o antena en el lado opuesto de la avenida, llamada HV Tv, frente de sí, tiene una fila interminable de alrededor de  30 personas, que esperan pagar su servicio, entre las cuales, unas 8 tienen puesta la camiseta. Al otro costado, el costado sur de la calle, se encuentra una peluquería administrada por gente afrodescendiente, en la cual. un niño de tres años, con risos en su cabeza, su tez oscura, lleva puesta la camiseta y corretea por el espacio de la peluquería.

El alimentador no llega, tres personas esperan a que en algún momento pare y los lleve al portal. Dos personas están vestidas para la ocasión. En la acera contraria, varios esperan que algún bus o alimentador los lleve más allá, a los rincones de Bosa y sus límites con la sabana de Bogotá, lo cual no está sino a 10 minutos de distancia en bus o carro.

Se asoma el transporte hacia el portal Américas, el alimentador para y las personas se disponen a subir a él, no está tan lleno y alrededor de 3 personas llevan puesta la camiseta, dos mujeres y un niño. El silencio de apodera del alimentador, lo único que se escucha es su motor y el ruido de los carros pasando, ninguna voz se pronuncia.

Tomando la avenida Tintal, las aceras se ven vacías, el alimentador se dirige hacia el norte, en la acera izquierda –costado oriental- se observa a una mujer de estatura no muy alta, un coche de color rosado y al otro lado –el lado derecho del alimentador-, un hombre con una cachucha de color obscuro. En el semáforo, se observa junto al alimentador un taxista conversando con su pasajero, ambos llevan la camiseta como parte de su atuendo.

Hace la siguiente parada, se suben tres personas con la camiseta, ni una más ni una menos. Dentro de los transeúntes que se observan al lado derecho se encuentra un perro de raza Golden con la camiseta puesta, la cual también es lucida por mujeres y hombres, altos, bajos, regordetes, delgados, rubios, castaños, afrodescendientes o caucásicos, con tacones, tenis, chaqueta de cuero o sport, chaleco de jean, por dentro del pantalón o por fuera de él.

Avanzando por la avenida se observan tiendas formales e informales con sus tenderos, muchos con la camiseta, otros no. La mayoría de las tiendas se ven vacías, no hay personas comprando. La acera se escucha en silencio, aunque hay varios transeúntes, 4 o 5 cada 20 metros, tal vez.

Para de nuevo, un joven vestido con la camiseta se acerca corriendo, pero es tarde, el alimentador a cerrado sus puertas y sigue su camino, al no poder entrar golpea con un puño la carrocería y se ven sus labios pronunciando, sin escuchar sonido alguno.

En la acera derecha, al lado del alimentador, un señor se dirige en bicicleta a algún lugar, se ve desgastado su medio de transporte de color plateado. Más adelante, a unos metros un accidente en el carril, entre una furgoneta, dos motos, una de ellas destruida en su parte delantera y bajo la llanta trasera derecha del furgón, la otra tras la moto destruida, pero igualmente dañada y una bicicleta detrás en la parte delantera, entorpecen el tráfico. Pero, las calles están vacías, por la avenida solo transitaba el alimentador, y un carro tras él, así que no hubo trancón.

Se sube un hombre afrodescendiente de alrededor de 35 años, tiene puesta una camiseta azul rey, un jean claro, zapatillas con franjas verdes y unos lentes obscuros, cuadrados y redondeados con degrade creado por la luz puestos en su frente alta, ofreciendo Lokiños.

Camisetas de todas las tallas y modelos, la azul obscura, la blanca, la roja, la amarilla y la naranja se ven puestas en las personas que transitan cerca al Portal Américas, al que se acerca el alimentador para finalizar su función. No se ve una mancha amarilla uniforme. En una de las últimas paradas del 9-2, Metrovienda, rumbo al portal, en un parque aledaño, se ve y oye un concierto de rap, dos jóvenes de alrededor de 19 años subidos en una tarima, con dos grandes parlantes negros a cada lado, frente a una veintena de personas, entre ellos mayoritariamente, señoras y niños.

Gira a la derecha, toma la Avenida Villavicencio hacia el oriente y mientras el alimentador transita por la calle, una señora en la acera derecha, lleva a su pequeña hija, de unos 6 años, de la mano y un poco enojada en su expresión se dirige al frente, dejando a su hijo de más o menos 12 años atrás, quien lleva puesta la camiseta, se amarra el zapato y es visto por su hermanita que es jalada por su madre mientras caminan. Unos metros más adelante, en una esquina cerca aun jardín de infantes, 4 jóvenes de alrededor de 23 años, conversan y ríen, uno de ellos lleva puesta una sudadera azul obscura, con líneas naranjas en los costados y el logo de la Selección Colombia.

Una pareja camina tomada de la mano, dentro de los pocos caminantes que hay en el andén. En la esquina norte del Portal Américas, donde la Av. Villavicencio hace intersección con la Av. Cali, un señor con su camiseta puesta, vende empanadas a 3 personas, 2 hombres y una mujer, uno de los hombres, también tiene el símbolo del fútbol colombiano puesto.

Frente a la entrada peatonal y principal del portal se observan personas de todo tipo, con chaquetas de la selección, niños, niñas, adultos mayores, jóvenes, personas caminando o haciendo rodar su silla de ruedas. Cerca de la entrada vehicular, en el semáforo para entrar al portal, se observan cómo, de forma no constante,  salen y entran varios articulados un poco llenos al portal.

A punto de cruzar la cebra se encuentra una mujer y sus dos hijas, de la mano y sonrientes; más adelante se ve una pareja de hombre y mujer con su pequeño hijo cogidos de la mano. En ese momento, el semáforo cambia y el alimentador ingresa al portal, hace su parada en la primera plataforma, donde es su parada habitual, abre sus puertas y deja salir a las 27 personas que se encontraban dentro.

Algunas personas recorren la plataforma hacia el norte, donde se encuentran las paradas de los alimentadores 9-1, Casablanca, la cual se encuentra sin nadie esperando por él y 9-2, Metrovivienda, el cual se encuentra lleno, con un alrededor de 40 o 50 personas, entre las cuales, solo 12 llevan la camiseta puesta. Estos dos alimentadores son los únicos que funcionan en esa plataforma a las 2:30 de la tarde.

El torniquete es atravesado al pagar el pasaje con la tarjeta recargable del Sistema integrado de transporte público de Bogotá –SITP-, de un color verde y una franja blanca a uno de sus costados. Las personas suben la escalera para dirigirse a las otras plataformas, mediante un puente que las conecta. En él, se encuentran alrededor de 40 personas atravesándolo, de las cuales 6 llevaban la camiseta.

Descendiendo por la escalera a la plataforma dos, donde hacen su parada la ruta J23 (F23) –Portal américas, Aguas-, la cual es siempre asistida por un biarticulado rojo y amarillo, en donde se encontraban 14 hileras –una persona tras de otra- y 4 o 5 filas -una persona al lado de la otra-, quienes esperaban a que llegase el transmilenio; y la ruta M51 (F51) –Portal Américas, Museo Nacional-, en la que se encontraban esperado 2 personas.

Pasa el tiempo, y mientras llega el M51, un F23 abre sus puertas y deja salir a una gran cantidad de personas, dentro de ellas unas 10 llevan puesta la indumentaria para el evento nacional del día, llevan sus bolsos, maletas, bolsas, carros de mercado, su coche, sus niños de la mano o cargados.

Continúa la espera, las ráfagas de viento agitan el cabello de los presentes en la parada del M51, el sol sigue brillando fuerte. Para otro F23, dejando ver la misma escena del anterior. Se acumulan 16 personas a la espera, llegan dos alimentadores a la primera plataforma, y uno, el 9-3, Independencia, a la segunda, del cual se bajan unas 30 personas, atraviesan el torniquete 5 de ellas con la camiseta puesta y una señora de alrededor de 40 años, con tez morena, cabello recogido con un caimán, lleva la sudadera de la selección.

Por fin llega el M51, son las 2:50 de la tarde. Inmediatamente, un señor de 25 años, de tez morena y con chaqueta de cuero cerrada, un jean obscuro y una cachucha de color azul, promociona patacones, maní dulce y de sal, habas y tajadas de plátano que lleva en una canasta de color rojo, la cual carga con una tira de hilos tejidos alrededor de su cuello. No vende nada y procede a sentarse en una de las sillas del lado izquierdo, donde están ubicadas las puertas del articulado.

Se dispone a salir del portal el vehículo, en el segundo vagón, igual que en el primero, el sol, que se encuentra  más o menos 45° y va cayendo,  golpea fuerte y empieza a sofocar, acalorar y hacer sudar a quienes se encuentran sentados en el lado derecho del transmilenio. Abren las ventanas, se quitan sus abrigos, chaquetas o sacos y se ventilan con sus manos, hojas o la misma ropa.

Toma la Cali, el articulado. En la acera solo se ve una señora con un coche. Hay un gran flujo de autos, lo cual crea un pequeño trancón. En este tramo, hacia la primera parada en Patio Bonito, solo se ven 9 camisetas, muy pocas personas transitan por el andén.

Cuando llega a la estación, solo se suben algunas pocas personas, una de ellas es una mujer con un niño en brazos, la cual lleva la camiseta puesta. En la siguiente parada, Biblioteca Tintal, no se sube nadie con camiseta, apenas si hay personas. Algunos esperan en las paradas del SITP, o algunas tiendas pequeñas en el costado derecho oriental de la Av. Cali. Toma la avenida Américas, da un giro en la glorieta y se dirige al oriente, hacia los cerros orientales.

Banderas, una de las estaciones más concurridas de la troncal Américas, se encuentra casi sin personas dentro de ella, algunas pocas se suben con camiseta, una para ser exactos. A la altura de la Av. Américas con Boyacá, pocas personas en sus carros llevan la camiseta de la selección y mientras algunos se transportan en Transmilenio o autos, hay ciclistas en la acera.

Son las 3:09 de la tarde y algunas personas transitan por acera sur de la Avenida Américas. La Avenida Boyacá se encuentra sin congestión. El transmilenio aún no se llena, los pasillos aún son transitables. A la altura de la Avenida 68, se le ve con poco flujo de carros, en Pradera se suben una cantidad considerable de personas, el Transmilenio se llena, hay poco espacio, pero aún se pueden mover quienes están de pie.

Toma el cruce a la Calle 13, atraviesa la Carrera 50, aún hay pocas personas en la acera, el sol sigue cayendo y las calles aún tienen poco flujo de transeúntes y vehículos. A la altura de la Calle 13 con Carrera 32, un hombre, habitante de calle, lleva puesto un gorro de 3 puntas, cada una de los colores de la bandera de Colombia, carga su costal blanca un poco lleno, y va con sus pantalones rotos en las botas, con zapatos abiertos en sus puntas y una chaqueta a medio apuntar. El conductor hace su próxima parada en la estación Ricaurte, allí se vacía el articulado.

Una señora, de estatura media, con un gorro de paja redondo y en cono, atraviesa la calle vendiendo colgantes y adornos para autos, también algunos bastones y rejos. A esta altura de la troncal Américas, los taxistas son los que en mayor medida llevan puesta la camiseta de la selección.

El centro de la ciudad, a la altura de la estación De La Sabana, se ve con un arto flujo de carros, La aceras se ven un poco vacías, aunque con mayor cantidad de gente. El suelo se ve lleno de basura, bolsas rotas, pañales, vasos desechables de plástico e icopor, botellas de todos los tamaños y colores, también se observan porta comidas; además, se ven desperdicios orgánicos como cascaras de naranja, habichuela, banano, zahoria rodando y volando por ahí, con el viento o las ráfagas creadas por carros y transmilenios. Las calles se ven negras y llenas de algunas aguas amarillentas.

Las aceras se ven congestionadas, jóvenes, mujeres, niños, muchos de ellos con camiseta, pasan por el cruce de la Calle 13 con Carcas, en la estación Av. Jimenez. Entre las personas que caminan por las calles, un hombre vestido de camiseta amarilla, pantalón rojo y zapatos azules y un gorro de puntas con los tres colores, empuja un carro, de ruedas pequeñas, madera barnizada y una rejilla de metal pintada de blanco a un lado, en la parte superior. Tiene todos los implementos necesarios para celebrar en un partido, camisetas, cornetas, gorros, pitos, en fin.

En las calles del centro de la ciudad, la llamada mancha amarilla pinta las calles. En la Plaza de la mariposa, en San Victorino, se escucha un parlante con música de carnaval; las tiendas cada una con bafles en la entrada, tienen las emisoras informando sobre el partido. En la altura de la Jiménez con Carrera 10, los transeúntes pasan la cebra sin fijarse en el semáforo, los conductores de automóviles, buses y Transmilenio, recurren al pito para alertar y evitar un accidente. Los grandes grafitis en las paredes de esta esquina, en de los grandes edificios, se ven un poco opacos por la caída del sol.

Gira al norte, tomando la 10. Las calles se ven aún llenas; algunas tiendas de ropa tienen en su entrada maniquís con la indumentaria para el partido: camisetas, zapatos y algunos adornos como balacas, bandanas o gafas. En la calle, transita un automóvil negro, el cual, en su capó, tiene la bandera de Colombia, una tela que abarca todo el frente del auto. Las cornetas suenan y el ruido es constante en las calles.

Monserrate se encuentra oculto entre una espesa niebla y nubes negras que demuestran que se avecina una tormenta. La Calle 19 se ve con transeúntes, muy pocos con la camiseta para la ocasión. A la altura de la calle 21, el flujo de personas y la congestión vehicular disminuyen, el panorama vuelve a retomarse, se ven pocas personas. En la calle 23 con carrera 10, un Bar tiene en su entrada la bandera ondeando  y el sol ya no está, el panorama se torna gris por las nubes de lluvia.

3:30 de la tarde: la Calle 26, se ve vacía, solo un alrededor de 10 personas son visibles. Ahora, el M82, el cual se toma en la estación San Diego, atraviesa el túnel de la estación Museo Nacional, se ve oscuro, pasa con rapidez y apenas sale, cantaros de agua golpean el techo del bus híbrido. A la altura de la calle 7 con 34, la avenida se ve inundada, tapa más del cuarto de una llanta de un auto pequeño. Las personas corren, los autos salpican con sus ruedas, que se abren paso entre la columna de agua que inunda la séptima.

Congestionada, así se ve la séptima a la altura de la calle 45, donde algunos de los bares conocidos en la zona, tienen la bandera izada en su entrada. Aunque se encuentra sola la calle, las personas se encuentran bajo las paradas, sombrillas, chaquetas, carpetas, maletas, en fin. Algunos bares sobre la séptima, tienen decorada su entrada con pequeñas banderas en el techo y una peluquería cerca, está adornada con bombas de los colores amarillo, azul y rojo.

Las zonas residenciales en sus entradas se ven vacías; en la acera occidental de la séptima se ve ni un cuerpo; no hay tantos autos; varias personas escampan bajo el desfase de una edificio. Otro bar se encuentra decorado a la altura de la calle 51 y la séptima, aún se ve inundada. Las calles inclinadas hacen ríos de agua que bajan a la séptima y de ahí a la carrera 13.

Sigue moviéndose lentamente el híbrido, en la Calle 56 con séptima se ve un flujo mayor de autos en la acera occidental. El agua llega al borde de la acera, si alguien mete el pie ahí, le llega a la mitad de la canilla. A la altura de la Calle 59 los vidrios se empañan, las gotas suenan aún más fuerte, se divisan otros dos bares, pero no están decorados. Las personas en la calle tienen bolsas de plástico en su cabeza para cubrir el agua.

La calle 67 se encuentra vacía, el híbrido hace su primera parada, la lluvia cesa un poco. Los taxistas en esta zona de la ciudad no tienen puesta la camiseta, ninguno de los que están trabajando por la zona. En la acera oriental, una señora con su camiseta puesta atiende a dos de sus clientes en su tienda ambulante, frente a un puesto de comidas;  uno de ellos tiene la camiseta puesta.

Está en la calle 72, las calles se ven desoladas, en un Subway hay dos hombres comiendo su sándwich y con la camiseta puesta. El tráfico disminuye en ambas aceras, la 80 se ve vacía y un señor con traje de corbata, atraviesa de manera inesperada la avenida, el freno suena y todos se van hacia adelante con fuerza. En el lugar ya no llueve, las calles se ven húmedas, casi secas.

Solo se oyen los motores de los carros y del híbrido. En la zona no se observan bares, ni negocios. Este lugar de la ciudad es netamente residencial, no se ve nadie en la acera, algunas personas esperan en las paradas del SITP; no se observan personas con camisetas. Cruza la calle 100 a las 4:04 de la tarde, empieza a llover de nuevo. El Teatro Patria es visible, solo hay un hombre de alrededor de 25 años frente a él con la camiseta. Se observan camionetas, vans, autos pequeños, algunos camiones y taxis esperando a que el semáforo cambie y dirigirse hacia el sur, oriente u occidente de la ciudad.

La torre del banco Scotibank se ve, los autos empiezan a llenar la calle, la acera se ve vacía, aún lo único en lo que se divisan personas son el las paradas del SITP. En esta zona de la ciudad se observan de nuevo algunos locales comerciales, como el centro comercial de la Hacienda Santa Bárbara, cerca del  lugar se observa mayor flujo de transeúntes.

Todo está calmado, no hay tantas personas en la calle, el transmilenio hibrido se acerca a la calle 127, el tráfico aumenta, la séptima se ve congestionada, el carril occidental se ve lleno de carros, hay un pequeño trancón.  El carril oriental, por el que ha ido el vehículo, aquí se encuentra sin congestión. Al cabo de unos segundos, un auto de nuevo, lleva en su capó la bandera de Colombia.

La calle 130 se avecina, son las 4:16 de la tarde, los conductores de buses y taxis, en este lugar tampoco llevan la camiseta de la selección y persisten las calles vacías, aunque aquí más que en los lugares anteriores. El hibrido se detiene, hace su parada en la calle 134, al bajar, las personas notan el granizo que cubre el césped, una mancha blanca hace indivisible el verde, que en algunos espacios, como especie de parches, se asoma.

En Altos del Bosques, el frío invade a las personas, algunas llevan bufanda, chaqueta o un gorro que les abrigue. El vaho sale de sus bocas y la neblina a lo lejos, hacia el occidente, tapa el panorama. Al fondo se oye el sonido de una ambulancia, las calles se ven con pocas personas, las que van, no tiene camisetas. Pasos más tarde,  un joven y una mujer adulta caminan por el lugar, y en especial él, lleva una pantaloneta, junto a una chaqueta y la camiseta especial para el día. A lo lejos, se distingue una pareja de un chico y una chica, ambos tomados de la mano llevan puesta la camiseta.

Los niños en los conjuntos residenciales de los apartamentos a la altura de la calle 8, juegan con el granizo, hacen algunas especies de esferas con él y se las lanzan; carcajeando y corriendo del agua que se derrite en su piel, disfrutan de la nieve de Bogotá. El centro comercial Palatino se ve a unos 100 pasos, al entrar, un joven que lleva puesta su camiseta compra un café en Juan Valdez, toma el azúcar y el pitillo correspondiente para revolver el azúcar, se dispone a tomar una mesa y empieza a conversar con la joven que se encuentra allí sentada.

Dos jóvenes y un anciano llevan puesta la camiseta, cada uno en un lugar distinto del lugar, los dos primeros en el segundo piso y el último en el primero. El centro comercial se ve vacío, sus almacenes con marcas como Koaj, Arturo Calle, Naf Naf se ven  con solo sus vendedores. Y a un costado de las escaleras eléctricas del lugar, se ve una pequeña sala dispuesta de un televisor, en el que el canal ESPN 2 se encuentra en vivo, informando sobre el partido que se dará a las 6:30 de la tarde, 3 personas lo observan desde los sillones, otras 6 entre celadores y tenderos, desde sus respectivos lugares.

La calle 140 se ve vacía la altura de la séptima, Palatino a sus alrededores se siente frío, el cielo se ve nublado y empieza a anochecer. Marcan las 5:10 en el reloj, a medida de que se camina al occidente de la ciudad hacia la autopista norte, las calles se ven un poco más llenas de personas, algunas en los locales comerciales llevan puesta la camiseta, tenderos o compradores. En la mayoría de cafeterías se observa la transmisión de canales de televisión como Caracol. La noche llega y por las calles se observan algunos lugares con banderas o banderines.

En el Centro Artesanal 140, las personas que atienden allí, la mayoría llevan su camiseta puesta, el lugar está lleno de artesanías colombianas como sombreros vueltiaos, ponchos con los colores de la bandera,  pequeños muñecos de diferentes materiales vestidos de las formas típicas en el país; se encuentran hamacas y otras artesanías manuales. Pero, en el lugar solo se encuentran lo que venden allí.

Pequeñas tiendas sobre la 140, el Oma, el Adidas, todos están decorados, exhibiendo sus productos; sus vendedores llevan la camiseta con alegría en su rostro. En los bares, unas calles más hacia el occidente, se encuentra la bandera alargada en toda la entrada; se encuentran llenos, se oyen las imágenes televisadas del partido. Las personas entran y salen de estos lugares, riéndose y hablando; hasta las personas que pasan por el lugar, paran un momento para ver desde afuera, qué sucede en los minutos previos al partido. Un grupo de 4 hombre jóvenes universitarios, dicen “cuál es el plan para esta noche, igual mañana no va el profe a la clase de 7”.

En los bares suenan las cornetas, en los pequeños remates, llenos de cosas, la exhibición está compuesta por los colores del símbolo nacional ondeante. Algunos bares-restaurante se encuentran abiertos, el panorama no cambia, los lugares se ven llenos, sus mesas con algunos grupos de personas, hablando y riéndose faltando media hora para que comience el encuentro entre Colombia y Perú.

Compradores que entran a cada tienda o lugar se quedan observando junto a los compradores las pantallas, la Autopista Norte, en Alcalá, se ve con un flujo considerable de personas. En el parque cercano, se oye silencio; en las calles, parece que ni un alma recorriera el lugar. Algunas personas corren con sus bolsos, chaquetas y camisetas hacia sus hogares, hablan por teléfono, acuerdan la comida y el lugar para visualizar el partido; algunos piden gaseosas, otros llevan el maíz pira.

Gritan “Vamos Colombia”, son las 6:21, el panorama en la estación de transmilenio Alcalá es claro, mucha gente saliendo de la estación y otras esperando irse a sus casas. La estación está un poco llena, no se observan muchas personas con camiseta, algunos hablan del tema y otros simplemente, esperan el articulado que los lleve a su casa. Las estaciones hacia el sur, hasta Pepe Sierra, se encuentran casi vacías. En la estación Calle 106, las personas que van al suroccidente de la ciudad, Bosa, Kennedy, Portal Américas, esperan el F28 a las 6:30 de la noche, con una fila considerable de personas. 

¡Ha empezado el partido!

Pasan algunos articulados. Casi nadie habla del partido, algunos llevan sus audífonos puestos. Pasan tres buses, el primero va vacío, pero la mayoría no se dispone a subir; el segundo, viene muy lleno y solo suben algunas personas; finalmente, en el tercero, el cual viene un poco vacío, un poco lleno, un estampida de personas se abalanzan contra la puerta, algunas gritan, algunos niños en la fila lloran; Las personas se empujan, algunos dicen palabras consideradas como insultos y después de todo, el conductor dispone a cerrar las puertas, las cuales con bastante esfuerzo se cierran de golpe. Pasaron 20 minutos para todo ello, son las 6:49 p.m. en Bogotá.

Hacia el norte se observa un trancón de autos, la autopista norte en sus aceras se ve oscura, los focos no alumbran el andén. Solo se ven las luces de los autos, el puente de la 93 está congestionado. Diez minutos de espera hasta llegar la estación La Castellana, la cual se encuentra sin luz eléctrica, la policía llega al lugar, detiene un articulado, las personas gritan, no se puede visualizar nada dentro de la estación, algunos suben la voz y golpean las puertas para que paren los articulados y los lleven a sus destino;  los que están dentro gritan al conductor para que no lo haga.

La NQS, carrera 30, se encuentra sola, el articulado para en la siguiente estación, Av. Chile, que al igual que La Castellana, se encuentra sin luz; dos minutos y  logran reconectar el servicio, de nuevo los gritos y golpes para poder entrar. A partir de la estación Simón Bolívar, las calles, andenes y estaciones se encuentran desolados, no se ven personas por ningún lugar fuera del transmilenio; dentro de él muy pocas personas llevan la camiseta puesta. Frente al Campin, la Universidad Nacional y la Calle 26, el panorama continúa, sigue solo. La Torre Colpatria con su majestuosidad casi única en la ciudad, está iluminada y tiene la bandera de Colombia, sobre un fondo flanco, ondeando de un lado a otro.

Américas; Calle 19, Calima se encuentra con flujo de personas en sus pasillos por la Carrera 30; Paloquemao, todas sin personas por sus alrededores. El transmilenio toma la calle 13, la troncal Américas. Los bares de la zona se encuentran abiertos y con bastantes personas dentro de ellos. Las estaciones de la trece desde CDS-Carrera 32, se encuentran con 6 o 10 personas dentro, en una de ellas solo se observa un joven con camiseta. En la Zona Industrial hay más personas que en las otras estaciones, esperan por un articulado. De nuevo, la llovizna avisa que va a llover.

El transmilenio ya está sobre la avenida 68, un grito -¡Gol!- interrumpe el silencio dentro del lugar, a las 7:47 de la noche todos se alegran y gritan. El nuevo tema de conversación por grupos de personas es el reciente gol hecho por parte de la Selección Colombia. El articulado cruza el puente de la avenida Boyacá, para en Banderas, en donde hay poca gente al igual que en la tarde. A las 7:53 las tiendas sobre la avenida Cali se encuentran vacías, el frío abunda, la lluvia aumenta y el trancón se hace más denso en la calle para vehículos particulares, buses, camiones, furgonetas, taxis, motos y otros.

Son las 8:00 de la noche del martes 10 de octubre de 2017, la selección de futbol de Colombia termina el encuentro con la selección de Perú. En la primera plataforma, donde para el conductor, las únicas personas que se observan son las que acaban de salir del articulado; algunos pasan el puente, subiendo las escaleras o el ascensor; otros, toman los alimentadores de la plataforma, el 9-2, Metrovivienda y 9-1, Casablanca.

Este día el 9-2, se encuentra vacío, no se observan personas con la camiseta, el alimentador sale del portal, toma la ruta acostumbrada, las tiendas en la calle se ven vacías, algunas personas escampan de la lluvia fuerte, algunos otros, ven los últimos momentos del encuentro y los análisis posteriores, las entrevistas y demás. Lo único que se oye llegando a la Ciudadela El Recreo y por la avenida Tintal es el ruido de las cornetas y celebraciones por el triunfo.

Esto es Bogotá en su cotidianidad, esto es la ciudad más grande de Colombia en tiempo de partido, esto es Bogotá a veces y siempre. 

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